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Muestra poética


El mundo de las almohadas

Yo quiero ir volando al mundo de las almohadas.

El mundo de las almohadas es un lugar
de 30 metros cuadrados
donde las cosas son blandas,
es un lugar donde las personas son níveas,
y los pájaros.

Y la comida es almohada,
y la mañana es almohada
y las fotografías son almohada
y todo es pluma de ave posada
en la piel flexible.

En el mundo de las almohadas,
el racionalismo mórbido espiralítico
abre paso al sereno dúctil y esponjoso mundo de las vísperas.

En este mundo de las almohadas
hay a veces dos almohadas
y las simientes de lo sólido se escurren con la mano.

Yo quiero ir sola al mundo de las almohadas,
pero quiero que tú vengas conmigo.

(Del cuaderno de poesía «El mundo de las almohadas»)


La verdad que no vemos

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre


Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.

Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.

La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.

(De «La verdad que no vemos»,
XVI Premio Águila de Poesía).


Quiero pasar pisando fuerte por la vida

A horcajadas, si hace falta,
hollando la tierra,
metiendo un pie tras otro en la nieve
y volver por el sendero resiguiendo los pasos
con los que vine.

Quiero pasar pisando fuerte por la vida
ultrajándolo todo,
quebrantándonos un poco,
profanando las leyes más básicas por las que nos regimos,
abatiendo la injusticia
abrazando de frente al miedo,
insiriéndome en la confusión y la incertidumbre,
e ir a veces caminando,
solo eso,
caminando,
despacio pero fuerte,
por la vida.

Y volver, siempre volver,
sobre mis pasos,
dibujar cenefas
en la nieve, en la arena o en el hielo
con los pies descalzos,
en la arena blanca de una nieve que resbala,
como mis manos dibujan la espuma en el Mediterráneo,

y volver,
retornar a mis pasos
pisando fuerte,
siempre,
en la vida.


Tú eres joven ya

A mi madre, 
refugio y amiga, 
ángel con alas de fiera blanda en la tierra.


Tú eres joven ya.
Te costó veinte años aprenderlo,
pero el tiempo fue envolviendo tu cabello de soles,
borró las canas del pasado,
te puso dos tacones,
        abajó tu vientre,
y te alisó
definitivamente
surcos de la piel de alguna marca de expresión.

Tus discernidos muslos,
enclaves de la tierra,
volvieron a los pasos compactos, seguros 
de la mujer joven que desconoce a dónde va.
Y es que es mejor no tener claro a dónde vas. 

Tú eres joven ya, 
madre.
Veinte años te costó aprenderlo,
lo que duró el mientras tanto del sacrificio,
la resistencia de las capas desbaratadas 
poco a poco
cuando rejuveneces hoy
todavía y para siempre. 

Hoy, 
madre,
mis arrugas te vencen
y si no eres más joven que yo
es que somos igual de jóvenes.
Dos cabelleras hechas de luz,
cuatro tacones en la justa medida,
el vientre liso y poderoso,
y no más marca de expresión que la que el corazón trae consigo.
La gracia de cuatro muslos que a tiempo corren,
con palanca en la tierra.
Ya no sabemos tropezar,
y nuestro talle, 
junto,
al descubierto,
fuerte,
loco, 
hábil y temerario,
juega a la vida con las mismas cartas.

Tú eres joven ya, 
madre. 


Versiones

Yo soy estas que he sido
y las que aún tengo que ser
y soy también cada una
de las que no podré ser.

(...)

Razones

Tan pretérito tú
cuán perfecta yo
me mantengo en esta
línea de poseer la razón
y seguir estando siempre
tan equivocada.

Procesos verbales

Nacer de un infinitivo,
instalarnos en un gerundio
y de vuelta al precipicio: el participio.



Con sigilo

A altas horas de la vida
escucho el sigilo de la música
que tus pestañas inventan,
el silbido candente del movimiento
refrena las insalvables noches del ocaso.

Nos amamos en lo preconceptual,
en todo aquello no reducido aún
al territorio común donde nos descompartiremos,
recorremos finitudes
las brumas de lo inconcluso.

El tiple de tu voz ondea sinuoso,
una puerta abierta empieza en silencio
la trayectoria de vuelta.

(De «Desrealizaciones y certidumbres»,
2.º Premio II Certamen Agustín Sánchez Rodrigo-Villa de Serradilla).


Llegaremos juntos al invierno

Eso sucede en el mismo tiempo,

pero jamás en el mismo día.

Ángel González

Miedo de dejar

de ser

para encontrarnos

volver a tus brazos

olvidar

esta estación eterna

morar el paraíso

en tus dedos saberme

menos yo.

 

Cuando es otoño en Barcelona,

las jacarandas llenan Johannesburgo de cursi primavera,

las hojas crujidas en tus botas

son bajo mis chanclas pétalos de blando agridulce,

me asomo descalza a tus otoños,

la primavera del sur me sostiene,

pero no estás tú.

 

Piso estas nubes de entretiempo sin ti,

sostengo el peso de esta roca con alas

entre dos mundos,

mi próximo paso eres tú.

 

Miedo de encontrar

que puedo ser

en ti

tu primavera a destiempo. 

(De «Habitantes de un paraíso minúsculo»,
II Premio La Equilibrista).




-» Lee más poemas en este blog:

» El diluvio

» Poesía

» Amor del bueno

» Espejo de cuchillo (del cuaderno de poesía «La confesión de la carne: desdenes del vacío»).

» Mi casa posbarroca

» Convirtámonos

» Besos

» Lo sabrá el alma

» El templo 

» Cuando ya no esté aquí


Comentarios



LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.