Todo es cuestión de percepción. Ya decía Plinio el Viejo que
“lo único cierto es que no hay nada cierto”. Casi cualquier ser humano puede
haber experimentado en alguna ocasión cierta extrañeza en aquello que lo
circunda, o incluso en sí mismo. Alguien definió esta alteración de la
percepción como una “bruma sensorial, velo o vidrio”, neblina que te deja
aparte del mundo, aun cuando sabes que formas parte de él. No obstante, si algo
es capaz de trascender la desrealidad o de oponerse a ella, no es, precisamente,
la realidad, sino su certidumbre o todo un conjunto de certidumbres que ponen en valor la realidad.
Los 32 poemas de este libro, dividido en 16 desrealizaciones y 16 certidumbres, fueron escritos en varios lugares y tiempos (lo explico en este post, junto con mi necesidad de soltarlo). Aunque el libro debió publicarse antes entregándoselo al mundo en su momento, la mente que los cosechó no encontró el coraje hasta ahora para darle al mundo desnudos algunos de los poemas crudos que contiene. Decidieron, sin embargo, desprenderse y encontrar su cauce a través del II Certamen Agustín Sánchez Rodrigo-Villa de Serradilla, convocado por Herratas Ediciones y el Ayto. de Serradilla en Cáceres y se publicó en una antología benéfica (disponible en Amazon), junto con las otras obras premiadas.

Posteriormente, lancé una 2.ª edición de Desrealizaciones y certidumbres para que en las ramificaciones de su cauce lleguen más fácilmente a vuestras mentes (enlace a Amazon).
A continuación, un breve tráiler y su primer poema:
El lago ha subido al cielo
(I Ching, ‘Libro de las mutaciones’)
Para vivir,
yo quiero
cielo,
muerte,
sangre,
desgranarme las pestañas poco a poco,
caber en el cielo de tu boca,
deshacerme allí.
Y sin embargo
heme aquí,
hoy soy un cielo
plomizo
y esto que sale por mi boca,
pantano,
lodazal acumulado.
Amenaza irrupción,
desbordamiento,
voy a desbocarme del todo.
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