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Mostrando entradas de enero, 2023

Para que yo me llame Remei González (humilde homenaje a Ángel González)

Hoy hace 15 años que murió Ángel González y diría que, lamentablemente, también desde que supe de su existencia. Me he propuesto terminar de escribir un homenaje, (probablemente algo torpe y, a propósito de esto, no se dejen de leer su poema, que dejo al final del post), a partir de su poema "Para que yo me llame Ángel González" de su 1r. libro, "Áspero mundo" (1956).  En homenaje a Ángel González y a las mujeres que me anteceden y habitan en mí, Para que yo me llame Remei González,  para que mi cuerpo ande sobre el suelo, fue necesario que mi abuela se llamase Remedios:  seres de todo hogar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y descuidos y más descuidos, cometiéndose constantes en otro cuerpo nuevo. Nocheviejas y Sanjuanes perpetuaron  con su oscilante luz, su varia tierra, el trabajo milenario de mi alma atravesando los siglos y los pueblos. De su trayecto cruento y fervoroso de su huida hasta el quin, desenvolviendo presagios, l


LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.