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Ser poeta en los tiempos que corren (I): infinitas poéticas de lo inane

Foto: izq.: Roland Mey; der.: Attila József, poeta húngaro, sentado frente al Danubio (Budapest), charlemagne

Ser poeta en los tiempos que corren

¿Qué es ser poeta? ¿Escribir poesía? ¿Recitar textos en público? ¿Convertir en versos el hilo del pensamiento a golpe de hacha mental? ¿Publicar tres poemarios DIN A5 y ganar un certamen local e internacional a la vez? ¿Emborronar servilletas con estrofas y juntarlas en una caja? ¿Autoeditar el primer libro, imprimirlo y coserlo en casa? ¿Editar y publicar con editoriales de autoedición? ¿Haber publicado ya tu antología esencial o tu libro de poesía completa? ¿Esconder los poemas en los cajones y decir tímidamente que escribes pero que (aún) no lo muestras? ¿Escribir versos y con esto basta? Todas estas cosas son ser poeta y ninguna de ellas también.

El que dice ser poeta puede ser a veces un artífice de la palabra malogrado, el que dice no serlo o el que rehúye de pertenecer a esta categoría resulta que se acerca a sus formas igual como lo hacen los poetas. El que trata con poetas sin serlo él mismo dice “ojo, mucho cuidado con los poetas,  que son muy suyos”. Siempre hubo poetas y siempre habrá poesía, pero quizá no siempre habrá acaso poetas, aunque lo cierto es que la poesía existe, planea y sobrevuela la experiencia de un buen puñado de personas, al margen o no del mundo editorial y de la escena y comunidad poéticas.


Infinitas poéticas de lo inane: ¿Qué es la poesía?

¿Es lícito preguntarse para qué sirve el arte y para qué sirve la poesía? ¿Es necesario encontrarle unas funciones en el marco de la sociedad en que surgen?  La respuesta es sí y sí.  El arte crea la experiencia estética y nuevas confrontaciones con la realidad y la experiencia.  El arte es aferrarte, calmarte y regresarte al punto de partida (o no). La poesía sí sirve, si entendemos que servir significa aprovechar, valer, ser de utilidad y si entendemos que algo útil  es algo que produce fruto o provecho (si bien en ocasiones también se escribe a un propósito determinado, lo cual es igual de lícito y de interesante), aunque no falta quien afirme y confirme que la poesía no modifica nuestra realidad social. Parece que todo vale en la infinidad y en la multiplicidad de voces que la poesía ostenta. 

Podríamos pasar días sin dormir, semanas, meses, años y lustros, igual hasta un par de siglos, si pudiéramos, dándole vueltas a lo que la poesía es y pudiera llegar a ser. Se ha dicho que es uno de los caminos más nobles con los que volcarse hacia la vida, que es la vía de exploración espiritual más fructífera, Cristina Peri Rossi contestó a que es la poesía  que es “la memoria de las emociones y de los sentimientos”; escribía Gabriel Celaya esun arma cargada de futuro;  que es lo otro, según Oliverio Girondo; que es el refugio y también lanzarse a la guerra, que la poesía (…) ordeña las ubres de la eternidad, dijo Vicente Huidobro, que es un juego entre realidades aparentes y escondidas (la poesia és un joc on, sota una realitat aparent, hi apareix una altra d’insospitada, dice Joan Brossa). Además, están los proclives a pensar que poesía y vida son la misma cosa o al menos dos caras de una misma moneda, como parecía afirmar Lope de Vega y también Ángel González. Así puestas las cosas, pareciera que la poesía es todo y nada en particular, que los límites indecibles del concepto de poesía encierran la paradoja de arrojarse a la infinitud, que es difícil de definir y que casi mejor decir al final que no se sabe bien definir, sin que eso acarree ignorancia ni falta de conocimiento. Tampoco sabía don Federico García Lorca lo que es la poesía, entre otros muchos. Pero, como ocurre con los conceptos escurridizos y tan complejos de abarcar, todo el mundo sabe reconocerla, idea que ilustra Alejandra Pizarnik en Textos de sombra y últimos poemas:

Pizarnik byn.jpg
La poesía es el lugar donde todo sucede. A semejanza del amor, del humor, del suicidio y de todo acto subversivo, la poesía se desentiende de lo que no es su libertad o su verdad (…).Nos vienen previniendo, desde tiempos inmemoriales, que la poesía es un misterio. No obstante la reconocemos: sabemos dónde está.
                                              (Alejandra Pizarnik)




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Comentarios



LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.