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Los ojos que miran: lunes de open mic

Nadie dijo que el 2021 fuera a ser fácil ni que algo volviera a ser como antes. Sin embargo, la vida y las artes se van abriendo paso tras los retornos y ciertas cosas, aunque sean pequeñas, se mantienen de algún modo. Es, sin duda, tiempo de reinventar muchos aspectos, también el tejido cultural del pequeño escenario en las ciudades y la manera de compartir las artes o de compartinos a través de las artes. Los tiempos han cambiado, la vida ha cambiado, Barcelona ha cambiado. Todo el mundo tiene algo nuevo que expresar tras el 2020 en cualquier ámbito de la vida, nuevas voces surgen, otras voces se hacen eco de ello y otras voces hablan más fuerte. Hay también quienes callan y permanecen siguiendo el hilo de su propia voz interior sin volcarla. A veces, yo soy una de esas voces.  

Después de asistir y de participar en tres open mics, el último estando felizmente en cartel como invitada, celebro la permanencia de algunas de las cosas. Volver a estar encima del pequeño escenario y volver a compartir piezas poéticas, algunas de 2020, otras de hace más tiempo, esta vez con un público vestido con mascarilla, mientras de vez en cuando algunos sorbos permiten adivinar barbillas y bocas.  Si algunas veces antes el foco de algunas salas no dejaba ver las caras de quienes escuchan y comparten contigo esos pequeños momentos, ahora no son los focos, solo pueden verse los ojos y sus rictus. 


Escribo al día siguiente de este evento que aparece en el cartel. Volver a ver en las últimas semanas las caras de siempre o, en realidad, los ojos de siempre. 
Saber que de los pequeños mundos que inventamos en el arte surgen otros mundos en las mentes y corazones de los demás. 
Los ojos permanecen. 

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LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.