Orígenes: las veredas que nos encaminan al lugar del que partimos
"laita [-ni 'bys] wlyš d m'r".
(ojalá tuviese los ojos del mar)
(ojalá tuviese los ojos del mar)
De vez en cuando volvemos al origen. Ello puede implicar muchos caminos, son muchas a las veredas que nos encaminan al lugar del que partimos. Por otra parte, la experiencia amorosa particular y universalizada a través de la lírica nos permite ir más allá de nosotros mismos. Viajar mediante la lectura desde Johannesburgo en mayo del 2020 hasta cerca de 1040 al sur peninsular del Al-Ándalus llena esta tarde en tiempos de pandemia de una calidez extraña, pero también me retorna un rato a algo que forma parte de mí.
Después de transformar mi blog de Cuentos a Domicilio, es decir, de desgajar lo que fue y seguir escribiendo en este espacio, que es ya cosa distinta porque aquel proyecto blog ya no era lo que se suponía que había sido, después de esto, digo, y entretanto que iba organizando qué se quedaría ahí y que se vendría para este blog literario (literario y de sus suburbios, como he querido llamarlo), llegué a un post de hace cinco o seis años "Tanto amar, tanto amar" (lírica medieval castellana detipo tradicional" la misma semana en la que por casualidad (nunca es casualidad) no he podido evitar volver a sentarme a leer jarchas.
Las jarchas representan en cierto modo un origen. Son por ahora la primera manifestación peninsular de la lírica en romance. No sabemos hasta qué punto se solían escribir en árabe coloquial, pero el caso es que existen jarchas escritas en mozárabe, lengua romance hablada por los cristianos conversos del Al-Ándalus y que fue desapareciendo en el siglo XIII.
La aparición de las jarchas o kharjas o kharjahs en el escenario filológico y en mundo hispano desató una pequeña (gran) ola filológica exploración, debate y también polémica hace ya más de 50 años (en 1948) y le debemos a Samuel M. Stern y aquel artículo "Les chansons mozarabes. Les vers finaux (kharjas) en espagnol dans les «muwashshahs» arabes et hébreux") —las jarchas no estuvieron siempre ahí a nuestra disposición para leerlas— y los facsímiles de estas no se publicó hasta 1988. Aunque es mucha la discusión en torno a cuánto de romance tienen y cuánto de árabe, las jarchas son probablemente fruto de una sociedad híbrida y diversa. Explorar hoy las jarchas, pese a que su lectura sea evidentemente rápida no solo porque son brevísimas sino porque el corpus de jarchas del que disponemos no es precisamente quilométrico, es un camino infinito que solo me dispongo a reabrir.
¿Qué son las jarchas y de qué tratan? Habib, no te vayas que me duele todo
Las jarchas son cantos breves, pequeños supiros, tiernos y a la vez simbólicamente densos, en los que un yo lírico femenino expresa su sufrimiento amoroso o se queja. ¿Y de qué se queja? Pues ¿de qué te quejarías tú si fueras un yo lírico femenino? Se quejan estas voces de una situación amorosa, normalmente relacionada con la ausencia del amado o habib, que es como aquí se le llama. A veces se lamenta porque el amado se ha ido y otras veces porque se va a ir, a veces incluso porque tarda mucho en llegar, todas las variaciones de la necesidad y de la ausencia amorosas relacionadas con el llegar y con el irse. Lo resumo en una especie de oscilamiento entre el "habib, no te vayas que me duele todo" y el "habib ay vente mi amor", que me hace por cierto pensar en la canción de Vanesa Martín de Aún no te has ido, aunque no soy la única que establece estas conexiones, sino miren este artículo de Parecidos razonables entre pop latino y las jarchas.
Las jarchas son un remate final
Estos pequeños (y grandes) suspiros de sufrimiento humano trasladados en lírica que son las jarchas lo son, precisamente, porque constituyen el final de otras composiciones más extensas, llamadas moaxajas (o muaxajas o muasaja o también muguasaja, muwaššaḥ). De hecho, la palabra jarcha viene del árabe خرجة, jarŷa, que significa 'salida' o 'final'. Los poetas árabes y los poetas judíos (copiando a los primeros) en la Hispania peninsular del medievo incrustaban las jarchas al final de las muasajas, rematando lo culto con lo popular. Con estas piezas, estos poetas desenlazan (de desenlace, no de deshacer un lazo) las composiciones con rasgos característicos de la lírica popular: espontaneidad, exclamaciones, interrogaciones, que llegan a expresar el desgarro:
A este amado espero,
por él moriré.
Volviendo donde estábamos, pese a ser (asumamos que esto es cierto) el remate de poemas mucho más largos, solemos leerlas por primera vez (a veces también por última, lamentablemente, en la escuela secundaria) aisladas de su contexto, no ya histórico, sino literario. Aunque el contexto de producción de una obra literaria no es fácil de reproducir -quiero decir, que si el Cantar del Mio Cid lo cantaba un juglar en las plazas, difícil es (aunque no imposible) ponerse a cantarlo de memoria como si no hubiesen pasado 6 o 7 siglos-, en este caso es que las moaxajas solían estar escritas en árabe o también en hebreo y eran parte de la lírica culta. Las jarchas eran el remate de estos otros poemas, escritas en mozárabe, aunque no siempre, y son de índole popular.
Y es que son el remate.
Esto es, sin embargo, una hipótesis. Téngase en cuenta que la historia de la literatura es algo que construimos desde el presente y lo hacemos a través de los documentos con los que contamos. Luego hablaremos un poco más de este hecho.
Las jarchas podrían ser también la base para construir las moaxajas: contrastes entre jarchas y moaxajas
Mejor lo expresó uno de los primeros grandes investigadores sobre las jarchas, don Emilio García Gómez, al decir (dicen que dijo) "la composición es como una luciérnaga, donde la luz está al final, en la cola". Con ello expresaba también que la jarcha no es únicamente el final de la moaxaja, sino también posiblemente su base, en el sentido de que la moaxaja quizás se componía haciendo cuadrar una jarcha que ya existía previamente.
En otras palabras, la gracia de las jarchas, pese a ser interesantes y lindas de leer por sí mismas, es que contrastaban con la composición culta en la que aparecían, sin que esto implique que la transición de una a la otra fuese necesaria disruptiva. Las moaxajas, para quienes guste del estrofismo, tenían o tienen una estructura estrófica y un estribillo que se repetía. Digo “tenían”, pero se supone, aunque ignoro la realidad actual, que siguen estudiándose y cantando en partes del mundo árabe (pero no lo sé a ciencia cierta, si alguien lo sabe, por favor, que deje un comentario o me contacte). En cualquier caso, la jarcha es, precisamente, la última vuelta de esta estructura, el remate final, formado por entre 2 y 4 versos, aunque predominan las jarchas de 4 versos.
Curiosamente, si el yo lírico de la jarcha es femenino, el de las moaxajas es masculino. De hecho, las moaxajas son también poemas amorosos, aunque abarcan temas mucho más amplios, cuanto que son también poemas completos y que cuentan con 5 estrofas, con la jarcha al final. Normalmente se dice que son panegíricos, o sea, homenajes, dirigidos a un protector y así se suelen estudiar muchas veces en la escuela secundaria, pero también hay moaxajas elegíacas e incluso satíricas, parece ser). Así pues, se establece una especie de paralelismo, de este modo, entre el poeta de la moaxaja y la doncella de la jarcha, por un lado, y por el otro lado, entre el dueño/protector y el amante. Todo muy medieval.
¿Cuántas jarchas tenemos y qué pinta tienen?
Contamos con casi unas sesenta jarchas y puedes leerlas en http://www.jarchas.net/
Las jarchas están escritas en aljamía, es decir, en caracteres árabes que traducen una lengua no árabe, en este caso, una lengua romance. Téngase en cuenta que en este sistema de escritura no hay vocales, con lo que el proceso desde el descifrado de las jarchas hasta la versión moderna que nos encontramos no es ni mucho menos sencillo.
La difícil labor de transliteración y traducción de las jarchas pone de manifiesto las dificultades con las que se encuentran los filólogos medievalistas. La interpretación de las jarchas no deja de ser problemática. Hablo ahora en general de los manuscritos medievales, no solo de las jarchas, pero téngase en cuenta que de un manuscrito (manuscrito significa a mano), que es físico y que sufre las inclemencias del paso del tiempo (agujeros, manchas, etc.), hay que interpretarlo, en este caso, a partir de sus caracteres árabes, sin vocales. Por ejemplo:
gryd bš y yrmn lš
km kntnyr mwm ly
šn lhbyb nn bbr yw
dbl ry dmnd ry
De ahí hay que añadir las vocales, que esto se dice muy rápido pero es un proceso bastante más lento:
Garyd vos, ey yermanellas
como contenir a meu male
Sin al-habib non viviré yo
advolare demandaré.
Parece que la interpretación va cogiendo algo de luz, aunque aún hay que interpretar su significado y traducirlo a una versión moderna para que sea comprensible. De hecho, hay que comprender además qué pone a nivel lingüístico (a propósito de esto, las jarchas son también un documento que sirve para comprender mejor el funcionamiento del mozárabe, en un camino inverso).
Hemos dicho antes que las jarchas suelen tener 4 versos. Las hay también de 2 y de 3 y más largas. Muchas de ellas son, pues, cuartetas y sus versos son de arte menor (sobre todo octosílabos y hexasílabos) y a menudo con rima asonante en los pares, como es común en la lírica popular.
En resumen hasta ahora, las jarchas:
- son las piezas poéticas líricas más antiguas en la península en lengua romance (mediados siglos XI y finales XII)
- son de origen popular (hipótesis).
- entre mediados del siglo XI y finales del XII
- en lengua mozárabe (no siempre)
- están escritas en aljamía (caracteres árabes o hebreos)
- constituyen los finales de las 'moaxajas"
- voz lírica: femenina
La ausencia duele, pero ¿a quién me quejo?
A veces a la madre, como en la siguiente jarcha:
"Non Domireyó Mamma
A Rayo de manyana
Ben abu-l-qasim,
La faze de matrana."
No dormiré madre.
Al rayar la mañana,
viene Abu-l-Qasim
con su faz de aurora.
o como en la siguiente:
"Ya Mamma, me-w-l-habibe
Bais e no más tornarade.
Gar ké fareyo, ya mamma:
¿No un bezyello lesarade?"
Madre, mi amigo
se va y no tornará más.
Dime qué haré, madre:
¿no me dejará [siquiera] un besito?
(Traducción García Gómez 1965)
También a veces se dirigen las hermanas:
"Garid vos, ¡ay yermaniellas!,
¿cóm’ contener el mio male?
Sin el habib non vivreyo;
¿ad ob l’irey demandare?"
Decidme, ¡ay hermanitas!,
¿cómo contener mi mal?
Sin el amado no viviré;
¿adónde le iré a buscar?
"Si keres komo buon a mib,
bejame ida-l-nazma duk:
bokella de habb al-muluk."
Si me quieres como bueno a mí,
bésame, pues, esta sarta de perlas:
boquita de cereza.
sua al-yummella šaqrella,
e el collo albo,
e boquella hamrella."
¡Madre, qué amigo!
su guedejuela es rubita
y el cuello blanco
y la boquita coloradita.
"Ši 'oš báis, ya sidi,
k'ante bešar-os-e
la bokella hamra,
fermelya ka-l-warsi."
Si os vais, dueño mío,
mirad que antes he de besaros
la boquita roja
bermeja como la cúrcuma.
El amor de las jarchas no es, pues, un amor casto desprendido de lo físico. La mujer reclama reunirse físicamente con su habib, en la noche o al alba, momento típico de unión en la lírica medieval, si bien también símbolo del momento de separarse en otros poemas. Por ejemplo, como hemos visto en una jarcha más arriba:
A Rayo de manyana
Ben abu-l-qasim,
La faze de matrana".
No dormiré madre.
Al rayar la mañana,
viene Abu-l-Qasim
con su faz de aurora.
Sí, con su faz de aurora viene el amigo por la mañana y la amada lo espera con ganas. ¿Entendemos que ese su refiere a la mañana o es la del amado? La faz de aurora se ha interpretado a veces eróticamente considerando la subida de los primeros rayos del sol en la mañana metafóricamente, pero en el capítulo LXI de la segunda parte del Quijote leemos "comenzó a descubrirse por los balcones del oriente la faz de la blanca aurora, alegrando las yerbas y las flores" y nadie se escandaliza. En fin, dejando este paréntesis, veamos más allá.
Esta se lleva la palma de oro de lo sexy en las jarchas:
"Tan t’amaray, illa conal-sarti
an tagma’ halhali ma’
qurti!"
¡Tanto te amaré, solo con que
juntes
mi ajorca del tobillo con mis
pendientes!
La jarcha más antigua
Empezaba este post hablando del origen precisamente porque lo que releía ahora, en esta época donde estoy más dada a leer brevedades que a largos mamotretos de libros inacabables que me absorverían el tiempo y no me dejarían leer nada más, es esta jarcha, que es la que se ha considerado la más antigua, fechada en 1040. Con ella y con un vídeo de un proyecto muy interesante termino:
¡Tant' amare, tant' amare,
habibi, tant' amare!
enfermeron welyos gayados
ya duolen tan male.
¡Tanto amar, tanto amar,
amado, tanto amar!
enfermaron unos ojos antes alegres
y duelen tanto.
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