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Cortázar, mi escritor cejijunto preferido, y su "Rayuela", publicada hace 57 años

Julio Cortázar: mi escritor argentino cejijunto preferido

Julio Cortázar es, sin duda, mi cejijunto preferido. Argentino, escritor, intelectual y con nacionalidad francesa, por citar cuatro hechos de su biografía, más allá de los cuentos, se lo conoce también por Rayuela. Se publicó el 28 de junio de 1963, cuando yo tenía -17 años y hace exactamente 57 años, y es una de las novelas cumbre no solo de la literatura argentina del boom latinoamericano, no solo de la literatura argentina del siglo XX, no solo de la literatura latinoamericana del siglo XX, no solo de la literatura argentina en general ni solo tampoco de la literatura latinoamericana en general, en mi humilde opinión, una de las mejores obras de la literatura universal. Pero que conste que me queda mucho por leer.  

Rayuela, Carlos Melero

© Carlos Melero, en Córcega

            


¿Qué es Rayuela y cómo leerlaLa antinovela/contranovela y el tablero de dirección

Cada vez que hablo de Rayuela empiezo diciendo que es una novela. Entonces me detengo. ¿Es Rayuela una novela? El autor la llamó precisamente "contranovela" y hay quienes la llaman "antinovela", circunscribiéndola a un género específico, término que introdujo Sarte prologando a Nathalie Sarraute y a otros autores, aunque Le Berger extravagant de Charles Sorel del siglo XVII lleva como subtítulo "Antinovela". Todavía no tengo claro qué es Rayuela. En cualquier caso, es una obra literaria, escrita en prosa, con síndrome de Biblia o con el maravilloso rasgo de ser una obra de retazos y retales. Ábranla por donde quieran y verán lo que les digo. 

Tiene Rayuela al inicio un Tablero de dirección. En este tablero, el autor propone dos maneras de leer, la primera es la forma que llamaríamos normal y corriente, es decir, lineal, desde el capítulo uno y de ahí seguimos y, la segunda manera, siguiendo un tablero de dirección, que consiste en un listado de los capítulos en un orden determinado. Si alguien se había preguntando de dónde salieron los dos índices de mi cuaderno de El mundo de las almohadas, ahora tenéis una respuesta bien clara. 

Una obra sin final

No digo mucho más, solo que si tienen ese tablero entre las manos, se fijen en el antepenúltimo, el penúltimo y el último capítulos y dense cuenta de que, de acuerdo con su tablero de dirección, es imposible terminar de leer RayuelaPorque Rayuela, como en realidad otros libros afines, no se acaba nunca, no porque podamos abrirlo infinitas veces, sino porque en realidad no hay modo de leerlo para siempre. Nuestra obra es una obra siempre en marcha, ya lo decía don Juan Ramón. Cuando digo que no se acaba nunca no me refiero en este caso a que siempre podemos volver a abrir el libro y releerlo, me refiero a que el libro se deja leer en órdenes infinitos si no se sigue el tablero de dirección, pero si sí se sigue entonces se da uno cuenta de que el autor ha rematado esta infinitud de lecturas estableciendo para los últimos capítulos el orden: 131 58 131 (a este 131 le seguiría, pues, de nuevo el 58, con lo que queda el lector en bucle perpetuo; una muy elegante manera de decir "mi libro no lo cierras nunca"). 

En otro orden de cosas, si tenemos en cuenta que vivimos ahora en esta exaltación de lo efímero, de lo rápido, de lo inmediato, del "quiero leérmelo rápido y fuera", Rayuela es en ese sentido muy moderno. No solo tiene al final todo un conjunto de capítulos que son "prescindibles" (que no son, para nada, prescindibles, pero en fin), sino que tenemos la posibilidad de leer únicamente un capítulo, cerrar y volver a abrirlo luego. 

El lector sí es imprescindible

En el momento en el que se da la posibilidad desde buen principio de leer la obra de tan variadas maneras, se le está diciendo al lector algo así como "lee como quieras, que tú construyes la obra". No se está hablando aquí de los distintos niveles de lectura y de cómo cualquier obra puede leerse de muy variadas maneras y profundizando más o menos en esta, sino de que el lector está al mismo nivel prácticamente que el autor. Lo dice el propio Cortázar hablando de Rayuela: 

    "A mí se me ocurrió -y sé muy bien que era una cosa difícil, realmente muy muy difícil-, intentar escribir un libro en donde el lector, en vez de leer la novela así, consecutivamente, tuviera en primer lugar diferentes opciones. Lo cual lo situaba ya casi en un pie de igualdad con el autor, porque el autor también había tomado diferentes opciones al escribir el libro”.

Así es que Julio Cortázar inicia el libro con un llamado “tablero de dirección” y aclara “este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros”, porque estos libros se dejan leer de varias maneras y, aunque el propio autor ofrezca una dirección posible, siempre permanece intacta la voluntad de ofrecer una novela que no tiene nada que ver con lo que todavía seguimos entendiendo por novela. Por cierto, que el autor remata este sentido abierto de la lectura y la escritura indicando que el antepenúltimo capítulo es uno tal que va antes de otro que precede al último, que es a su vez el antepenúltimo; o sea, el orden de los últimos capítulos va del 131 al 58 y del  58 al 131, al que debería seguirle de nuevo el 58.

Todo esto es muy bonito, pero ¿de qué va Rayuela?

Este es uno de los casos donde el tema de la novela se deriva en cierto modo de la forma que tiene. Me aventuro a decir que, de entre todos los temas de Rayuela, esta contranovela versa sobre el abatimiento de un hombre con exceso de racionalismo occidental y de conocimiento que podríamos llamar factual del mundo, que lucha con su interior para llegar a una conclusión que tampoco está clara. Explicar el argumento de modo lineal sería quebrar la filosofía de la obra, pero sí que podemos hablar de su estructura. 


Estructura de la novela

Rayuela tiene tres partes, aunque creo que nos afanamos en buscarle esa estructura. Veamos las tres partes: 
  1. «Del lado de allá»; que sucede en París y que se inicia con este protagonista, Horacio Oliveira, vagando por la ciudad francesa buscando a su amante, La Maga. 
  2. «Del lado de acá», que sucede ahora ya en Argentina. Nótese el uso de los deícticos locativos, o sea, de "allá" y de "acá". 
  3. «De otros lados»: es la parte de los "capítulos prescindibles" que decíamos más arriba, y está formada por capítulos que son citas de libros, recortes de periódicos, escritos de algunos personajes, etc. y que funcionan como otros discursos adyacentes a los capítulos de las otras dos partes. Aunque son prescindibles estos capítulos para entender las dos primeras partes, en realidad, son necesarios y el tablero de dirección nos lleva a ellos. 
Sin embargo, pese a que hay estructura, no fue, según dice Cortázar, un libro con un plan. Decía el autor en una entrevista que: "Rayuela es una especie de punto central sobre el cual se fueron adhiriendo, sumando, pegando, acumulando, contornos de cosas heterogéneas que respondían a mi experiencia en esa época en París, cuando empecé a ocuparme ya a fondo del libro."

La novela trata los temas clásicos, el amor y la muerte, entre otros, dentro de este contexto y esta estructura. Otros temas importantes o más específicos son la tensión entre el individuo y la sociedad, los celos, la función del arte o el fracaso, también temas cómo la creación de la conciencia a través del arte y de la experiencia

El título: Rayuela

"Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo, inventar la purificación purificándose; tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos de nylon." (Julio Cortázar, en Rayuela)

Dicen que Cortázar dijo que iba a llamar a su libro Mandala, no Rayuela. Tremendo el giro de acabarlo llamando rayuela, respondiendo a una realidad infantil y lúdica y dándole a partir de la novela ese significado místico que el título de mandala ya hubiese tenido desde buen principio. Si le hubiese llamado 'mandala', ese proceso de mistificación no se produciría porque el propio término ya hace referencia a algo místico, con lo que perdemos ese proceso.

Para quienes no somos de Argentina, no reconocemos la palabra 'rayuela', salvo por la novela de Cortázar, claro. La rayuela, también llamada "tejo" en Argentina, tiene muchas variaciones y recibe el nombre de "charranca" en Barcelona, "amarelinha", en Brasil; "mundo", en Perú. El objetivo de este juego es lograr alcanzar el punto más alto, que en muchas de las variaciones es el precisamente el cielo. La rayuela, lejos de ser únicamente un símbolo que refleja el camino vital, es mucho más que un juego o un dibujo en el suelo con el que los personajes interactúan. En Rayuela no solo hay rayuelas relatadas, es que Rayuela es también una rayuela en sí misma, una obra global con varias casillas, de las cuales puede decirse que no es necesario pisar todas. ¿Es Rayuela también un mandala? También lo es. 



Ediciones de Rayuela

La edición en Cátedra la llevó a cabo Andrés Amorós. El año pasado, el Día Mundial de la Poesía, salió una edición conmemorativa de Rayuela, lanzada por la RAE (Real Academia Española), por la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española), la AAL (la Academia Argentina de Letras) y la editorial Alfaguara. Todavía no la tengo ni la he podido tener en mis manos, así que poco puedo hablar de ella.

Citas de Rayuela

Dejo ya a continuación cinco citas, empezando por la primera (que es del capítulo 1), que es un clásico como cita de Rayuela, y siguiendo, como es debido, por las siguientes: 

    “Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”.

    “Sólo viviendo absurdamente se podría romper alguna vez este absurdo infinito”.

    “La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos”.

    “¿Quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?”.

    “Me miras, de cerca me miras, cada vez mas de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez mas de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes”.

    “La felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad”.


Inicios de Rayuela

Dejo a continuación el inicio del capítulo 73, primer capítulo si seguimos el tablero de dirección propuesto:

"Sí, pero quién nos curará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la rue de la Huchette, saliendo de los portales carcomidos, de los parvos zaguanes, del fuego sin imagen que lame las piedras y acecha en los vanos de las puertas, cómo haremos para lavarnos de su quemadura dulce que prosigue, que se aposenta para durar aliada al tiempo y al recuerdo, a las sustancias pegajosas que nos retienen de este lado, y que nos arderá dulcemente hasta calcinarnos. Entonces es mejor pactar como los gatos y los musgos, trabar amistad inmediata con las porteras de roncas voces, con las criaturas pálidas y sufrientes que acechan en las ventanas jugando con una rama seca. Ardiendo así sin tregua, soportando la quemadura central que avanza como la madurez paulatina en el fruto, ser el pulso de una hoguera en esta maraña de piedra interminable, caminar por las noches de nuestra vida con la obediencia de la sangre en su circuito ciego."


Dejo también el inicio del capítulo 1, para a quienes les gusta empezar por eso que hemos dado en llamar principio:

"¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
    Pero ella no estaría ahora en el puente. Su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, quizá estuviera charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sébastopol. De todas maneras subí hasta el puente, y la Maga no estaba.
    Ahora la Maga no estaba en mi camino, y aunque conocíamos nuestros domicilios, cada hueco de nuestras dos habitaciones de falsos estudiantes en París, cada tarjeta postal abriendo una ventanita Braque o Ghirlandaio o Max Ernst contra las molduras baratas y los papeles chillones, aun así no nos buscaríamos en nuestras casas. Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra."


Comentarios



LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.