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Yo no tengo nada de bohemia (I)

Yo no tengo nada de bohemia. Ser bohemio, tal y como lo conocemos en los tiempos que corren y en lugares como este, a mí se me asimila a ser un dandi o a comprarse un dinosaurio como mascota o a estas dos cosas juntas. La libertad en mi estilo de vida está hecha de compromiso a corto, a medio y a largo plazo, en el mejor sentido de la palabra.

Yo madrugo y trabajo y tengo nómina a fin de mes. Y no me la gasto entera. Y los lunes no se me hacen largos. Y cuando me voy a dormir más tarde de la 1 o tomo alguna(s) cerveza(s) de más, condeno a la mañana inútil siguiente fruto del noctambulismo rocambolesco en el que caí. Paso todo el tiempo que puedo con mi familia, cuido de ellos hasta donde me alcanza. Y ya no escribo en servilletas, descargué Google keep en mi móvil y llevo en este todo lo que he escrito desde que tenía 13 años. Puedo encontrar en 3 minutos todas las líneas que he escrito que contienen la palabra "paso", "lago", "pavor" o "soy".

Por si fuera poco, tengo además, en mi oficinadormitorio, cuya distribución y diseño han sido ideados a fuerza de hacer planos y de medir todos los muebles de los que disponía, tengo, digo, una pizarra con un tablón de productividad para gestionar mejor mi tiempo. Pero no es suficiente para no ser bohemia: cada ciertos años trazo una hoja de ruta para saber a dónde me dirijo, por qué me dirijo allí y si el punto en el que ahora me encuentro tiene mucho o poco que ver con la hoja de ruta anterior. Y siempre tiene que ver. Todo lo que queda escrito o lo que digo en voz alta lo cumplo. Archivo mis hojas de ruta cumplidas, de sueños ya cumplidos y luchados y de ahí construyo  nuevas direcciones. Lo peor es que siento un placer indescriptible cuando consigo haber leído toda la bandeja de entrada de mi correo, aunque posponga encargarme de la mayoría de ellos dejándolos marcados y anotados en el calendario, que, evidentemente, está dividido en colores y niveles de urgencia, inmediatez o plazos. Porque a mí el tiempo se me escurre, como a los bohemios, pero de otra manera. Soy un ser productivo que se afana por hacer el bien y esta es la forma en que cumplo mis sueños. Y, sin embargo, voy al día, y el martes todavía no he planificado el viernes noche ni el miércoles sé lo que haré el sábado por la tarde ni el viernes por la noche sé qué haré el domingo por la tarde: soy así de bohemia.


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≫≫ Leer la 2a. parte: Yo no tengo nada de bohemia (II)

Comentarios



LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.