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En torno a Antonio Machado un 26 de julio

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Antonio Machado

El primer poema que recuerdo leer en mi casa de la infancia ―no en la escuela, no en la biblioteca; en casa― no era de Antonio Machado, pero sí sobre él. Decían los versos de Rubén Darío en la portada de las "Poesías Completas" de Machado en la edición de Manuel Alvar: Misterioso y silencioso / iba una y otra vez. / Su mirada era tan profunda / que apenas se podía ver. / Cuando hablaba tenía un dejo / de timidez y de altivez. / Y la luz de sus pensamientos / casi siempre se veía arder.

Me repetí aquellos versos hasta la saciedad y los copié en un papel del que pinté el fondo verde que aún conservo. Ahora, en esta época en la que estoy revisitando su poesía y me he dado cuenta, al responder en una entrevista para Lápiz Andante, que leerlo es como volver a la casa de mi infancia, y hoy mismo que busco sus versos para darme calidez en esta tarde de julio un poco menos calurosa que la de ayer, me cruzo con una efemérides que muy oportuna: Machado nació en Sevilla un 26 de julio. Pero ojo con confundirlo con uno de los "Doce poetas que pudieron existir", veinte años más joven que el poeta sevillano, y que aparece en una brevísima antología de Machado cuyo humor me causa hoy aún extrañeza:

De hecho, antes de leer ese poema de la portada de sus "Poesías completas", había traducido, memorizado y recitado un poema suyo sobre la primavera ― eso sí que fue en la escuela y se armó una buena por cometer tal atrocidad profesional, yo, que tenía como mucho 9 años, anécdota que cuento en otro post―. Hoy cuelga el inicio de los Proverbios y Cantares de mi pizarra de trabajo, porque he tenido al suerte de encontrarme la misma edición que va conmigo desde niña en la basura hecha trozos pero no lo suficiente para ir rescatando hojas que voy colgando por aquí y por allá. 

Busco esta tarde mi propia interioridad a través de sus versos y me hago resonar, mientras le doy vueltas y vueltas a tres de los 29 poemas de Proverbios y cantares

Dijo otra verdad:
busca el tú que nunca es tuyo
ni puede serlo jamás
.
(Antonio Machado)

No es el yo fundamental 
eso que busca el poeta, 
sino el tú esencial
(Antonio Machado)

Con el tú de mi canción
no te aludo compañero; 
ese tú soy yo.
(Antonio Machado)

y casi puedo decir que lo leo hoy con solera conmigo mismamente y ensimismadamente, hasta que llego a uno de sus poemas  

Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba
.
(Antonio Machado)

y me doy cuenta de que en mi poesía debe de haber más machado del que yo creía y me asalta esto que escribí hace muchos años. Parece ser que sí, que hoy es siempre todavía

Soñé la noche siguiente que, por soñar
que soñaba un sueño en el que moría,
moría realmente,
            en el sueño;
luego despertaba; y volvía (...)
(De «Desrealizaciones y certidumbres») 

Comentarios



LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.