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Textualmente volar: educación poética y el proyecto “Un poema cada semana”.

Génesis del vuelo

 La vida pasa volando

¿Qué tendrá el concepto de volar que despierta, especialmente en su anticipación, tanta valentía, tantas ganas de vivir y tanto revuelo? 

Muy recientemente recité, para el proyecto de educación literaria “Un poema cada semana” dos poemas de “La verdad que no vemos”: “Volar” y “Teísmo” (Link post aquí y en la imagen siguiente). 

El primero, breve, compacto, sin hipérbatos ni metáforas, purificado o formalmente reducido a su expresión más sencilla (trabajo de depuración, o de purificación, que a menudo le es necesaria a mi poesía) dice así: 


No era la primera vez que lo recitaba y lo compartía (link del vídeo "Volar" en Instagram), pero, pensando qué poemas funcionarían mejor para una audiencia de estudiantes secundaria fue el primero que se me vino a la cabeza. 

Seguid leyendo, que ya no hablaré apenas más de mí.  

El proyecto “Un poema cada semana”

El proyecto cuenta con la participación de poetas vivos que leen o recitan sus poemas propios en un vídeo dirigido a los alumnos de secundaria de un instituto. Pero el proyecto no termina ahí. A partir de cada poema o conjunto de poemas de cada autor, Antonio Martín Flores, profesor de secundaria en la provincia de Sevilla, cabeza y corazón pensantes del proyecto, hace un comentario de los poemas, para proponer e hilar después actividades didácticas para trabajarlos, desde el gusto por la lectura poética y en concomitancia también con otras piezas poéticas. Cuenta además, este proyecto-blog, con otros proyectos paralelos, como el proyecto de lectura solidaria “La voz a ti debida”, a los que vale mucho la pena, como docentes, poetas o como las dos cosas, echarles un ojo. 

Que la educación poética es complicada e insuficiente en estos tiempos es algo que parece indudable, pero a la vez hay cientos de proyectos destinados a este fin. "Un poema cada semana" es uno de ellos y es, ciertamente, toda una inspiración para movilizarse a llevar a cabo proyectos en esta línea.


Volar: un concepto literario por el que ir volando

Inmediatamente después de ver las actividades y de leer mi entrada, tras haber ojeado también otras muchas, me di cuenta del potencial del tema de “volar” en literatura, desde varias de sus fases pero casi todas desde su anticipación hasta el génesis del vuelo, me han ido pasando por la cabeza como una traca cuantos textos he leído o escuchado sobre el volar, porque “mucho vuela el viento, pero más el pensamiento”. Así he ido volando yo de texto en texto (volátil intertextualidad), por algunos textos sobre el vuelo que son además para volar.

Por ejemplo, y sin intención recogerlos todos, para que despleguemos las alas todos, tenemos a Pablo Neruda, en uno de sus sonetos de amor en Chile:  

Pablo Neruda: Soneto XCVII, en Cien sonetos de amor (1959)

Hay que volar en este tiempo, ¿a dónde?
Sin alas, sin avión, volar sin duda:
ya los pasos pasaron sin remedio,
no elevaron los pies del pasajero.

Hay que volar a cada instante como
las águilas, las moscas y los días,
hay que vencer los ojos de Saturno
y establecer allí nuevas campanas.

Ya no bastan zapatos ni caminos,
ya no sirve la tierra a los errantes,
ya cruzaron la noche las raíces,

y tú aparecerás en otra estrella
determinadamente transitoria
convertida por fin en amapola.

Y también Alfonsina Storni desde el dolor profundo en Argentina en esta invitación de cuartetos abba:

Alfonsina Storni: Date a volar, en Irremediablemente (1919)

Anda, date a volar, hazte una abeja,
en el jardín florecen amapolas,
y el néctar fino colma las corolas;
mañana el alma tuya estará vieja.

Anda, suelta a volar, hazte paloma,
recorre el bosque y picotea granos,
come migajas en distintas manos
la pulpa muerde de fragante poma.

Anda, date a volar, sé golondrina,
busca la playa de los soles de oro,
gusta la primavera y su tesoro,
la primavera es única y divina.

Mueres de sed: no he de oprimirte tanto...
anda, camina por el mundo, sabe;
dispuesta sobre el mar está tu nave:
date a bogar hacia el mejor encanto.

Corre, camina más, es poco aquello...
aún quedan cosas que tu mano anhela,
corre, camina, gira, sube y vuela:
gústalo todo porque todo es bello.

Echa a volar... mi amor no te detiene,
¡Cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo!
Llore mi vida... el corazón se apene...
Date a volar, Amor, yo te comprendo.

Callada el alma... el corazón partido,
suelto tus alas... ve... pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
Tendré piedad de un corazón vencido.

Para que tanta sed bebiendo cures
Hay numerosas sendas para ti...
Pero se hace la noche; no te apures...
Todas traen a mí...

Seguimos por el mismo país con Oliverio Girondo, tan dado a volar hacia arriba y hacia abajo, en el inicio de Espantapájaros, fragmento recitado en la película, basada en los poemas de Girondo, El lado oscuro del corazón (dir. Eliseo Subiela, 1992; actor: Darío Grandinetti). 

Oliverio Girondo: Espantapájaros (1932)

I

Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

Ésta fue —y no otra— la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.

¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?

¡María Luisa era una verdadera pluma!

Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.

¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. “¡María Luisa! ¡María Luisa!”… y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.

Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.

¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera…, aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes, la de pasarse las noches de un solo vuelo!

Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?

Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.


No es de extrañar tampoco que al día siguiente me despertara reescuchando la canción Volar de el Kanka (junto con la voz de Rozalén y también junto con la voz de Zenet).

Podríamos seguir textualmente volando. ¿Qué tendrá el concepto, el símbolo y el sueño de volar que tanto despierta en su anticipación y génesis? No sé si es el volar un encuentro literario o el volador se está constituyendo en arquetipo. En cualquier caso, es prácticamente un tropo, tema común en poesía y en la literatura en general. Abarca gran diversidad de personajes: vuelan las brujas y también muchos superhéroes. Lo hacen de forma natural algunos animales, desde gaviotas que han de aprender a volar (Luís Sepúlveda) a las moscas; lo hacen los aviones y lo hacen también los ángeles. Aunque haya alas que sean de cadenas (Blas de Otero), otras que evocan el ansia de vivir. algunas alas sean de cadenas (Blas de Otero). 

Vive y vuela, que “delight is as the flight” (Emily Dickinson), con las alas invisibles de la poesía, “on the viewless wings of Poesy” (John Keats, en la “Ode to a Nightingale”, ‘Oda a un ruiseñor’). Pero cuidado con volar demasiado alto, pues el sol puede derretirnos las alas, ya le pasó a Ícaro y podríamos caer al mar o lo subterráneo —¿dónde se originó el conceto de volar, si estaba ya en “Las metamorfosis” de Ovidio? ¿Cuándo arraigó? —.

¿Por qué otros textos seguir volando antes de volar hacia adentro? ¿Será volar un salto que se nos va de las manos (y también de las piernas? Es el vuelo hacia el exterior, en todas direcciones, solo un espejo para el vuelo hacia adentro? 

Volamos, para cerrar el vuelo, hacia Canadá para terminar con este poema de Margaret Atwood: 

Margaret Atwood: Flying inside your own body 

Your lungs fill & spread themselves,
wings of pink blood, and your bones
empty themselves and become hollow.
When you breathe in you’ll lift like a balloon
and your heart is light too & huge,
beating with pure joy, pure helium.
The sun’s white winds blow through you,
there’s nothing above you,
you see the earth now as an oval jewel,
radiant & seablue with love.
It’s only in dreams you can do this.
Waking, your heart is a shaken fist,
a fine dust clogs the air you breathe in;
the sun’s a hot copper weight pressing straight
down on the think pink rind of your skull.
It’s always the moment just before gunshot.
You try & try to rise but you cannot.


Comentarios

elguantederita ha dicho que…
El verso libre está bien pero sólo en determinados autores, aquéllos que logran una gran hodura en su pensamiento. Yo soy más clásico, si quisiera perjudicarte te diría que muy bien, que sigas así, que te olvides de los metros tradicionales, que no los estudies, pero creo que es necesario su dominio para ser poeta. Pero sólo es una opinión, y si miras a los que hacen versos actualmente, es una opinión equivocada.
Un saludo.
un profe ha dicho que…
No conocía tu blog. Gracias por la parte que me toca y seguimos en contacto. Saludos.
Remei Manzanero ha dicho que…
Creo que una cosa no quita la otra. Se puede conocer la métrica y, aun así, escoger el verso libre, independientemente del autor o de la autora. Evidentemente, siempre está la cuestión de cómo lograr la hondura con la expresión más llana y, en general, con el verso libre, que no es tan libre como por su denominación se infiere. También existe el problema contrario y hay quien se pregunta cómo desprenderse de lo críptico y lo encorsetado y lograr un lenguaje más llano sin caer en lo simple. En cualquier caso, cada poeta vehicula su expresión con la forma que es óptima. De hecho, en el caso de este poema "Volar" digo arriba, muy escuetamente, que lo reduje formalmente a su mínima expresión, pero ahí estuvo ese proceso de desencorsetar un larguísimo poema que necesitaba la formulación que acabó teniendo.
¡Gracias por tu comentario y disculpa la tardanza en leerlo y responderlo! Lo había pasado por alto.
Remei Manzanero ha dicho que…
¡Muchas gracias! Me alegro de que te hayas pasado por aquí. Seguimos.


LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.