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Poema “Verano”', recitado y musicado por Jordi Tanyà, para Passatges poètics

Este poema, titulado Verano, es uno de los que forman parte del poemario La verdad que no vemos, musicado y recitado por Jordi Tanyà. Agradecida me siento de este tipo de colaboraciones, que son el mejor regalo poético. 
Lo comparte el Centro Cívico Can Deu de Barcelona en su sección de Passatges poètics, a quienes agradezco su labor de seguir compartiendo y difundiendo poesía. 




VERANO

Yo quiero ser verano y volar, 
la brisa de los pies,
levantar la huella, tarde o temprano
de tu boca al viento,
hacerla correr bajo una cometa,
sumergirla en el mar,
zambullir la cabeza.

Yo quiero ser un huracán de arena,
despertar en la grava
con el cabello bañado,
dar vueltas en la orilla 
desde el salitre a las nubes, 
apresar en mis muslos la polvareda severa, 
trepar la cima absoluta.

Verme llena de viento y verano, 
de alas y flores, salada de algas, 
estos humildes huracanes y mares transitan en mi piel,
y no caer nunca del centro 
donde se originó este pequeño universo.

Yo quiero, verano, 
llegar juntos al invierno
y que me encuentres rehaciéndome
de orilla en orilla, 
hecho todo tú de cresta de ola,
encuentra para siempre
el hábitat final en mis huesos. 



Comentarios



LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.