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La confesión de la carne en "Extrañas noches"

Siempre que participo en convocatorias, hay una nueva oportunidad para leer otras veces que de otro modo jamás leería. A veces, una coincidencia fortuita lleva a dos personas desde distintas partes del globo a participar con un escrito en un número de una revista, en este caso Extrañas Noches -literatura visceral- (iniciativa de Ediciones Frenéticas Danzantes), revista mensual (mensual online, trimestral en papel) dirigida por la porteña Marina Klein. Se define la revista, en sus bios, así: "Somos los que vamos en búsqueda de las vísceras del mundo para desvendar los secretos más íntimos de todos los universos". Y yo, que digo que lo mío es atravesar ventanas persiguiendo lo efímero, me quedo con ese plural de "todos los universos", casi todos aún por descubrir. 

Cuando te mandan la revista, empiezas a ojear, primero en diagonal y después en vertical hasta que te detienes en un verso. A veces has comprobado antes si tú estás, si apareció tu texto, y vas después a ver, a ojear otras voces. Agarraste unas palabras escritas de hace años, las mandaste y aparecieron y alguien, más allá del océano hizo lo mismo. Así empiezan a juntarse las voces. ¿No es maravilloso poder conectar con las palabras de otro, conectar con un otro que no tiene nada que ver con nosotros pero que lo tiene que ver todo?  


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LA VERDAD QUE NO VEMOS

No, no quiero los sueños. Es la vida,
la realidad la que nos llama. Escucha.
Leopoldo de Luis

Deja que te lo explique, no en palabras
— que con palabras no se entiende a nadie —
sino a mi modo oscuro, que es el claro.
Mirta Aguirre

 

Está aquí, déjame que te lo muestre,
en este pequeño espacio de aire,
esta dimensión, toda esta anchura
de trazas, de briznas
aciculares, está en esta brisa ingenua
que tanteo con los dedos,
que trato de asir para hacer mía,
es de sí misma,
                              está aquí.


Está en este soplo hecho de desgarros,
está en el lápiz que me cae de las manos
si abro la palma,
está en esta corriente alterna,
está en genios y mediocres,
en las nubes de las partículas,
en las ínfulas extrañas
y en el pliegue de las alas de un cóndor negro,
en la precipitación de un vidrio
que no nos hiere apenas
y en los resquicios invisibles
de nuestras cicatrices más finas,
está en el cieno de los ríos
que arrastras a las cimas,
en la cima lozana
que hallas en la mirada,
las miradas tiernas
que no adviertes,
y las que adviertes,
                                está aquí,
no puede estar en ningún otro lado.


La recogemos,
este soplo que resollamos
está hecho de ella.
Este vasto espacio que media
entre tú y yo,
los lugares entre nosotros
que no habitamos
y que alcanzamos al vuelo
con esfuerzo
y devoción de céfiro,
la verdad es que es esto,
está aquí.