«Desrealizaciones y certidumbres»: 2.º premio de poesía en el II Certamen Agustín Sánchez Rodrigo-Villa de Serradilla
Un día pintas un interrogante amarillo en la puerta de tu dormitorio y, once años después, el poema que de ello resultó queda inserto en un librito llamado Desrealizaciones y certidumbres que, tras cambiar de forma muchas veces, — reestructurado, cercenado, recuperado lo que se había podado y desmochado de nuevo — acaba necesitando ser desprendido de mí. Termina formando parte del fallo de un certamen, el II Certamen Literario 'Agustín Sánchez Rodrigo'-Villa de Serradilla, como 2.º premio de poesía, que publicará un volumen con las obras premiadas y destinará las ganancias a una ONG. Todavía siento que esa obra forma parte de una obra mayor en marcha, pero hace demasiado tiempo ya que necesitaba soltarla, sus temas, en los que siempre seguiré indagando, están ya explorando y encontrando nuevas formas y aquellas de antes pedían ser parte del mundo y ya no más de mí.
Los poemas de Desrealizaciones y certidumbres fueron sido escritos en muchos lugares y tiempos: En 2010, en un compendio que titulé "No confundamos la caricia con la cosquilla", alguno esbozado en las montañas de la Vall de Núria; en 2011, en esa puerta de una habitación que aún existe, pero ya no es, en un compendio que titulé entonces "La voz de mis cabezas" cuando titulaba los años; en 2013, en otro compendio, "Tu boca de sabor de nieve"; en 2014, sin recordar ya apenas exactamente cuándo ni dónde; en el curso 2015-2016, que pasé en Winnipeg, ciudad canadiense a la que dedico el último poema; también en el curso 2016-2017, en Manresa, donde empecé a experimentar la certidumbre que nos aportan las pequeñas cosas. Algo quise rescatar de todos aquellos poemas en una temporada de 2017 que me hizo parar del todo y que hoy reconozco que fue crucial para que yo organizase todo este material mental y las cuestiones del corazón, generado en distintos hogares y ciudades (aunque una es, al final, su propio hogar). Repasar estos poemas es repasar media vida. Y soltar.
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Besitos, soy Amalia